sábado, 17 de abril de 2010

Hijo sin padre

Recuerdo muy claramente, en mi edad púber, el haber escuchado una expresión que se implantó y se grabó indisolublemente: “…eres hijo sin padre…”, engendrando una herida punzante en las zonas más recónditas de mi razón y de las fisuras destinadas al procesamiento de mis emociones. La causa y la persona que desencadenó tal ataque, no la tenga precisada en la memoria, como la está enclavado en mi conciencia, esta frase; no tengo fijado el lugar, el tiempo y las situaciones circunstanciales que se desencadenaron previamente y en forma consecuente. Tan solo recuerdo la textualidad y la sonoridad de una voz femenina que la atavío.
Sí, la génesis de mi familia se forjó con el lazo solemne y sagrado del matrimonio; mis padres un día se casaron en la iglesia matriz y por ante el registro civil de la Municipalidad del antiquísimo distrito de mis abuelos, de mi madre, de mis hermanos y el mío. El acto formal, no fue ajeno a la ostentosidad y el bullicio que ameritó, tan magno evento. Se casaba, la gringuita de don Juan. El viejo, embelesado al ver a su sol, su engreída, resplandecer de felicidad; pues el más extremo de los incrédulos hubiera decaído en un planteamiento contrario a tal realidad, y no tuvo otra opción que ceder, su posición férrea de protector, escolta y vigía de su amada niña, pues al final hubo de expresar: “… que se puede hacer, esa es la ley de la vida y que Dios bendiga su unión y a los frutos de la misma, y adelante pasen a la fiesta…” – dichos que eran en realidad meras expresiones de consuelo y alicientes para la voluntad resquebrajada del anciano, frases que las repetía a todos los invitados y las que además circundaban y buscaban catequizar la incredulidad de todos, pues el pueblo, estaba seguro del dolor que generaba el matrimonio de su amada niña, pues anticipó intuitivamente que su hija sufriría.
El novio resulto ser un forastero, bien parecido y gustoso para las jovencitas del distrito. Su tierra se encontraba distante, a unos dos o tres días en carro y haciendo varios relevos en camiones de carga, los que se abordaban ineludiblemente en la parte de la carrocería y bajo la inclemencia de la intemperie. De profesión policía perteneciente a la Benemérita Policía Nacional del Perú, de nivel y rango inicial; llegó a ejercer por vez primera al lugar de nacimiento de mi madre, la vio a ésta y se quedó turbado de su lozanía. Al sentirse turbado por ella, empezó su empresa de hacerse notar, pues la jovencita – mi madre - no logró captar su presencia, sino hasta muchos meses luego, de la primera y entorpecedora contemplación de mi padre.
El policía, –mi padre– sagazmente emprendió su conquista, valiéndose de cuanto mecanismo esté a su alcance, siendo uno de ellos, y el que le trajo resultados favorables, el del apoyo de terceros, los cuales no tienen una calificación feliz en nuestro léxico vulgar, pero que en gran medida les debo la gratitud del hecho de mi existencia, pues estos facilitaron dicha unión, propiciando los amores de mis padres, en alguna ubicación del tiempo, distante.
Las fuerzas se empezaron a unir de tal modo que era ineludible que las cosas, hayan dejado de acontecer como efectivamente pasó. Las fuerzas de la naturaleza se juntarían de esa forma y no de otra. El designio del destino, estaba marcado; pues, nacería en la tercera ubicación, luego de mis dos hermanos mayores, sin poder conocer al primero. Con mi hermano, mi querido hermano, con el que me críe hasta hace aproximadamente unos seis años, pase los avatares de este destino que la vida se encargo de darnos. Las carencias, las alegrías, los logros de él son tanto míos y los míos presumo que serán los suyos. No sufrimos y padecimos en gran medida, tuvimos que pasar algunas carencias simbólicas, las que terminaron por marcarnos, en el decurso de nuestras vidas.
Mi madre una navidad del año 1987, decidió empacar y conducirnos al lugar de sus padres, al lugar de su nacimiento, al lugar donde actualmente se encuentra, y también lugar de nacimiento mío. El dinero para el pasaje, no tengo duda como lo consiguió, pero lo que recuerdo es que mató el pavo de navidad que estaba destinado para ser consumido en noche buena con mi padre; lo preparó en mechado para consumirlo en el camino, porque no contaba con dinero más que el suficiente para arribar a la casa de sus padres.
Mi madre llegó sumamente delgada; sobre nuestra salud, no hubo algún reporte de falencia, ella se había sacrificado sobremanera por nosotros, mi padre la había descuidado tanto, que recuerdo que tuvo que ser llevada de emergencia a la costa para que la vean, estableciéndose el padecimiento de anemias en grado avanzado.

Mi madre, la lozana niña, no se parecía en lo más mínimo a la que su padre entregó al Policía. Se encontraba sumida en el desamor, en el olvido; su belleza se había marchitado tanto; contaba con cuatro hijos, dos de ellos en el cementerio, y en vida, ¿dándole seguramente trabajos y aprietos, nosotros?,o al mismo tiempo, ¿seguramente dimos fuerzas para seguir adelante?, o acaso seriamos una carga para ella, por ante lo apremiante de su situación, no lo sé. Me inclino por indicar, ahora, que siempre somos propulsores de sus fuerzas, por cuanto luego de reestablecerse en su salud, desencadenó, abnegación, desprendimiento, valentía y sacrificio para con nosotros en el decurso de nuestras vidas, hasta muy pocos años atrás y de seguro continuará por siempre mi emprendedora madre, con sus hijos.
....
Continuará...

1 comentario:

  1. Es imprecionante tu relato, y felicitaciones por tener una madre como la que tienes,en nombre de nuestro Llapa te felicito por ese reconocimiento publico que haces de tu madre.gracias primo por ser como eres yo se que vas a llegar ha ser grande,el hombre se hace grande cuando empieza a reconocer primero lo que tiene en casa y lugo su circulo social.un abrazo.

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